Navidad por puntos

Deberíamos acordar un carné por puntos para tener acceso a poder disfrutar de la Navidad. No son aptas para todos los públicos.

Recuerda a ese capítulo de Black Mirror en el que los demás te quitan y te dan puntos en función de tu amabilidad y actitud. Algo que los chinos han trasladado rápidamente a su app de urbanidad.

Hay a gente que le va mal desde el turrón hasta el misterio que se cierne sobre los Reyes Magos pasando por lo secos que están los polvorones, el gasto que son las luces, lo pesados que son los familiares por no hablar de lo insufrible de los villancicos.

A otros les invade una terrible nostalgia que no dudan no solo en compartir sino que lo manifiestan constantemente, incapaces de remontar en aras de mejorar el ambiente en el que además de la paz reine la fraternidad.

Estamos muy poco acostumbrados a hacer esfuerzos con nuestro estado de ánimo y a pensar en el efecto que este tiene en nosotros, en nuestro entorno y en las personas que queremos. Sin embargo solo debemos recordar cómo nuestras familias siempre hicieron lo posible para que nuestras Navidades fuesen felices y en qué consistía conseguirlo.

Os propongo que pongamos en marcha estos días nuestro carné Navideño propio y sumemos puntos. Tanto por acción como por omisión. Si somos capaces de evitar una queja o crítica que no sume, apuntamos y cada gesto amable, generoso y detallista que tengamos, apuntamos.

A ver quién tiene el suyo lleno cuando comencemos el año. No esperemos a que lo mejor esté por llegar, formemos parte de ello. ¡Feliz Navidad!
Gracias por estar siempre ahí! ♥️

Reflexión del día/ Daily dose

“Necesitamos recordar que las circunstancias no hacen a la persona, la revelan.”

Enma Jameson

  • ¿Cómo puedes rebelarte contra esas circunstancias que no te gustan?
  • Si no puedes cambiarlas, ¿cómo pueden jugar en tu favor?

Y si empiezas la semana revelando tu mejor versión 😉

Reflexión del día / Daily dose

“La felicidad es una elección. Tú puedes elegir ser feliz. En tu vida van a existir momentos de tensión pero es tu decisión que te afecten o no”

Valerie Bertinelli

  • ¿Cómo actúas en los momentos en que algo no va bien?
  • ¿Te enfocas en el problema o en la solución?
  • ¿Qué vas a hacer la próxima vez que te enfrentes a un momento estresante?
  • ¿Vas a elegir ser feliz? 😉

TÚ, ¿CONSTRUYES?

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Lástima que a veces no podamos ver desde fuera que nuestra insistencia se torna en intransigencia y nuestra razón queda escondida en una actitud pueril cuando, en lugar de proponer, argumentar y aprender del resultado lo reducimos todo a ganar o  perder.

Entonces, es cuando sale nuestro primitivo que busca que nuestro ego salga lo menos maltrecho de la situación, en lugar de cediendo y reconociendo nuestro error , impulsándonos a avanzar hacia una posición de no retorno, pese a que se lleve por delante el buen ambiente creado, la confianza ganada o todo el trabajo anterior. Lo importante es controlar a ese niño que llevamos dentro y con el que no has sabido negociar, que además te pone entre la espada y la pared, aconsejándote mal, diciéndote que retirarse o rectificar, lejos de ser de personas sabias es de débiles sin criterio.

De personas de este tipo estamos sobrados de ejemplos, jefes, políticos, compañeros, amigos… que prefieren seguir hacia delante en sus propuestas, caiga quien caiga para no tener que asumir que quizá los demás tengan razón y admitir su falibilidad como seres humanos. Si a esto le sumamos la falta de interés por los demás, ser de los que sólo critican, destruyen y nada proponen, compondremos el sistema que premia este tipo de personas frente a la coherencia, la empatía y el esfuerzo en construir.

Da igual lo que se lleven por delante para demostrar su impostada fuerza puesto que lo único que queda al ventestato es, no sólo su falta de seguridad para saber reconocer errores, sino su falta de empatía para pensar por un momento en, a quiénes embarcan en su lucha contra los molinos y en qué situación quedará su credibilidad y su posición para futuras negociaciones y consensos.

Aunque siempre abusan de los que siguen adelante a pesar de estas tretas, y consiguen que alguna vez, dando pena sean readmitidos en el juego, aunque eso sí, jamás en una posición igual. Una vez menoscabada la confianza y habiendo quedado claro que la organización o el equipo poco importa es cuestión a corto plazo que prescindan de él.

Siempre he pensado que juntos se llega mucho más lejos, que construir es la única satisfacción, al mismo tiempo que destruir y criticar sin más, te lleva al gris tan oscuro que tu mente jamás vuelve a ser la misma sin un arduo trabajo. Todos juntos somos mejores, ¿para qué echarlo por la borda?

¿Dónde buscas tú tu felicidad?

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«La felicidad escondida»

Un poco antes de que la humanidad existiera, se reunieron varios duendes para hacer una travesura. Uno de ellos dijo:

—Debemos quitarles algo a los seres humanos, pero ¿qué?

Después de mucho pensar, uno dijo:

—¡Ya sé! Vamos a quitarles la felicidad. El problema es dónde esconderla para que no puedan encontrarla.

Propuso el primero:

—Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo.

—No, recuerda que tienen fuerza; alguno podría subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán dónde está —replicó otro. Se escuchó una nueva propuesta:

—Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar.

Otro señaló:

—No, no olvides que son curiosos, alguno podría construir un aparato para bajar, y entonces la encontrarán.

—Escondámosla en un planeta bien lejano de la Tierra —propuso otro.

—No —le dijeron. Recuerda que les dieron inteligencia, y un día alguno va a construir una nave para viajar a otros planetas y la va a descubrir, y entonces todos tendrán felicidad.

El duende más veterano, que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas, dijo:

—Creo saber dónde ponerla para que nunca la encuentren.

Todos voltearon asombrados y preguntaron al unísono:

—¿Dónde?

—La esconderemos dentro de ellos mismos; estarán tan ocupados buscándola afuera que nunca la encontrarán.

Todos estuvieron de acuerdo, y desde entonces ha sido así: el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la lleva.

NAVAMORCUENDE, ¿UN PUEBLO FELIZ?

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A mis abuelos les agradezco infinitas, muchísimas cosas, entre ellas que gracias a su labor tan vocacional de maestros, pueda disfrutar de un rincón muy especial en este genial pueblo que es Navamorcuende. Este verano en su Semana Cultural he tenido la suerte de poder contribuir a hacer de este lugar uno más especial para mí, gracias a la Asociación Cultural «Peña la Nava» y a su invitación a participar con una charla sobre un tema libre. Decidí invertir tiempo y esfuerzo en preparar una charla que mereciese la pena para que dedicáseis vuestro precioso tiempo a algo que, al menos, os hiciese reflexionar.

Con lo que no contaba es con que el inagotable y genial Jesús Pastor, decidiese grabar esta charla. Contar con su presencia y su trabajo ha hecho posible que hoy pueda compartir con vosotros esos especiales momentos que yo viví encantada ese miércoles de agosto.

Espero que si decidís verlo o escucharlo, os sirva al menos para revisar algunas cuestiones que pasamos por alto en nuestro dia a día. Agradeciendo la oportunidad y el trabajo de todos. Espero vuestros comentarios para crecer y mejorar.

Muchas gracias

 

TÚ, ¿QUÉ PREFIERES?

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Determinados términos, han llegado a tal grado de uso, que los significados para cada uno son totalmente distintos, para algunos se convierten en algo melifluo, ridículo, reiterado, absurdo, inalcanzable, para otros poseen un elemento motivador, de entusiasmo, que les empuja a explorar nuevos campos, ensayar y probar consejos, reglas y herramientas. Si algún concepto tiene todos estos condicionantes en su máxima expresión, ese es el de felicidad.

No creo que exista una definición que aglutine lo que es, o lo que no es, puesto que he llegado a comprobar que hasta la infelicidad puede llegar a ser una suerte de «felicidad», la forma de tener un protagonismo extremo en el entorno, en la que no importa el sufrimiento propio, sino lo bueno que te reporta como víctima que, a base de quejarse, dar pena y rebajar el ambiente de entusiasmo, consigue salirse con la suya.

Después de leer bastante literatura, a favor y en contra, lo único que me queda claro es, que tanto unos como otros, hacen de su dedicación una empresa al servicio del espíritu humano que les permite vivir. Además de recordar que desde los clásicos antiguos es reiterado el fondo y la forma de esta búsqueda. Lo que hago con lo que recomiendan es probarlo, practicar y ver, si a mí me sirve algo de lo que leo y tengo que admitir que a raíz de todo esto, mi visión y misión cambiaron de repente y por eso me dedico al coaching.

Ahora veo claramente por qué hay personas que tienen éxito, hagan lo que hagan, vayan donde vayan. Qué les hace ser líderes en sus grupos, queridos, respetados y seguidos. Principalmente porque reúnen unas características que a todos nos gustaría tener. Pero ocurre eso, que lo deseamos en modo condicional, lo que quiere decir que no estamos en absoluto dispuestos a poner entusiasmo alguno en entrenar las habilidades que nos llevarán cerca de ese objetivo deseado. No tener esa autodisciplina nos deja ya en una incómoda situación de partida.

Un sencillo ejemplo, a todos nos gusta que nos den la razón, que nos hagan caso, que no tengan en cuenta aunque no dudamos en querer obtener estos privilegios de los demás por cualquier método, desde interrumpir constantemente, hasta humillar, mentir, amenazar o insultar si no nos salimos con la nuestra.

En lugar de tratar de conocernos mejor, modificar nuestra estrategia y dar ejemplo de comprensión y proactividad, utilizamos las viejas herramientas que tenemos más que usadas, sin modificarlas para obtener resultados nuevos.

No me extraña que, como en este caso, liderados por nuestra ira interior, no consigamos más que reírnos de todos esos artículos y estudios que procuran una vida feliz lejos de estos sentimientos. Eso nos da una clara excusa para no tener que invertir nada para conseguirlo y sin embargo sí a estar dispuesto a invertir tu energía y por ende, tu humor, para trabajar más horas y conseguir un montón de cosas, que por sí solas nunca te harán feliz. Nunca serán suficientes, a no ser que tu interior esté sano y libre para poder albergar nuevos y potenciadores sentimientos.

Si algo he sacado claro en estos años de lo que puede estar cerca de la felicidad es conseguir “estar bien por dentro”. Como recomendaba el ancestral Oráculo de Delfos, conocerse a uno mismo y después entrenar para ser quien tú decidas ser.

Si sigue sin convencerte qué puede ser más beneficioso para ti, quizá debas preguntarte qué prefieres.

Vivir al lado de quien te enseña el lado positivo de las cosas y cómo aprender a verlo o con alguien a quien todo le parece mal, triste, injusto y que encima puede ir a peor.

Estar al lado de alguien que te impulsa, te ve capaz y te ayuda a mejorar o al lado de quien te dice lo que no le gusta de ti o lo que debes cambiar constantemente.

A alguien que te recibe y te despide con una sonrisa y te hace sentirme querido y bien o con alguien que siempre está melancólico, enfadado o serio que incluso se permite recordarte qué te hace estar tan bien con lo que te ocurre.

Entrenar consejos y recomendaciones de investigadores y expertos para mejorar tu visión de la vida o seguir con tus automatismos de siempre que se reducen a ser tan negativo que no sabes distinguir cuando te quejas.

Estar con personas con las que creces en conocimientos, con las que puedes analizar tus creencias, pudiendo cambiar de opinión o con quienes hablan de otros, la mayor parte del tiempo mal y no para construir precisamente.

Estoy segura de que después de estas reflexiones, te has decidido a ser ese alguien.
Busca ayuda y conócete. Será tu mejor inversión.

Aquelarre, ¿sí o no?

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En una sala de espera, los minutos parecían horas, era tan pequeño el espacio que se hacía inevitable entablar conversación. Cinco personas, llega alguien que conoce a una de las otras cuatro. Comenzaban una animada charla acerca de la prisa que la persona tenía, entre las razones, debía atender a  su pareja.

Los nervios hicieron su aparición, insistentemente uno tras otro iban mirando el reloj, miraban hacia arriba, suspiraban y movían sus piernas y pies incansablemente, incluso a alguien que con sus dedos repiqueteaba en el brazo del sillón.

La conversación que empezó, y que tenía como argumento las necesidades de ayuda de la persona, era alimentada por todas  las demás, que intervenían sin tener apenas información y pensando sólo en ellas, comenzaban a decir, “ que se lo haga ella/él ”, “no sabe hacer nada”, “no puede vivir sin mí”, “estoy sacrificado/a todo el santo día”, “soy su esclavo/a”, “ahora me pasará algo por ir tan deprisa” “no tengo tiempo para mí”…

Los “invitados” a la reunión no dudaron en ir incrementando sus críticas hacia la pareja de la persona que hablaba, por sus caras yo pensé que tenían en mente a alguien en concreto de su alrededor y con esa inspiración se enfocaban en la persona, para  así liberarse de  sus propios pensamientos.

 

¿Qué podemos hacer ante tal aquelarre?

 

Ahora lo he integrado y practicado a raíz de mis aprendizajes y entrenamientos cotidianos,  pero aquella vez  fue instintivo, no podía lidiar con tal cúmulo de emociones y comentarios negativos, que iba subiendo como el suflé.

Le pregunté a la persona en cuestión, ¿qué le había hecho compartir su vida con esa persona? Entonces todo cambió, de repente, con una pregunta, como casi siempre…

La persona empezó a desgranar los cuidados, mimos y atenciones que había recibido de su pareja durante años, cómo se habían apoyado en los malos momentos y cómo habían disfrutado de los buenos, lo duro que, entre los dos, habían trabajado para  sacar una familia adelante, de la que estaban profundamente orgullosos.

Decidí entonces seguir ahondando en esas experiencias positivas, haciendo que la persona las enriqueciera con detalles y se dejase absorber por ella. Le invité a pensar en ambas emociones y a valorar cuáles pesaban más, esa experiencia negativa con la que llegó y que estaba alimentando o todas esas experiencias positivas que tenía en su vida. La persona orgullosa de sus logros y de su historia, se transformó, su cuerpo se abrió, su sonrisa apareció, sus ojos miraban con un brillo especial hacia arriba y la tensión de aquella pequeña habitación se esfumó.

De repente todo el mundo se contagió y  empezó a excusar sus anteriores opiniones amoldándolas a esa nueva versión de lo que había sido su vida. Enfocando en la cantidad de experiencias positivas que había vivido y vivía y que pasaba por alto a menudo, insistiendo en rememorar devastadores resúmenes negativos,  una y otra vez.

Todavía recuerdo una frase de un texto del gran Milton Erickson que ante un paciente que le decía convencido  “ya no quiero a mi mujer», él replicó, “ pues vaya y quiérala”.

Depende del resumen que hagas, así será tu historia.

 Tú decides, si aquelarre o no.

Buen fin de semana!!! 😉

 

 

¡Ilumina a los demás!

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La mejor forma de disfrutar de la vida y ser felices es , como decía Baden Powell, hacer felices a los demás. Cuando te planteas este objetivo en tu vida, comenzar siempre merece un periodo de reflexión o nuestra meta se puede tornar en un hábito que nos agote la energía y no responda a su ulterior fin.

Imaginaos cuando alguien hace un enorme esfuerzo para realizar algo en favor de alguien y esta otra persona, no sólo no lo reconoce, sino que tampoco lo agradece. ¿Qué puede ocurrir en este caso?

Habréis seguro oído “con la de cosas que he hecho por él o por ella”, “siempre tratando de darle gusto”, » siempre dedicado a los demás”, “encima de que lo hago por él”. Todas estas lamentaciones a posteriori se podían haber evitado si hubiésemos pensado un poco en los demás y no sólo en nosotros mismos.

Amar o querer a los demás, con el significado de la amistad, implica ser conscientes de querer transmitir alegría y felicidad allá donde vamos, para hacerles menos pesada la carga a quienes tenemos cerca, incluso a los que están librando una batalla interior.

Para hacerlo, no podemos pensar en lo que a nosotros nos gusta o desagrada, no podemos ponernos en su situación siendo nosotros con nuestras circunstancias y experiencias sino ser capaces de, como dice el viejo proverbio indio, haber andado en sus mocasines durante días,

¿Cómo hacemos eso?, observando y escuchando a la persona para saber qué hacer, en qué ayudar, percibir su situación real que puede distar mucho de la que nosotros imaginamos, puesto que cada mente es un mundo en su configuración.

Podemos pasarnos años tratando de hacerlo a nuestra manera y no conseguir nada o todo lo contrario que alguien nos  ayude tanto y en cuestiones que no necesitamos, que nos haga dependientes.

Para hacer felices a los demás hay que comprenderles, llegar a esto a través de ver, escuchar y preguntar y además tiene otro efecto positivo y consiste en que cuando sabes el porqué de los comportamientos de los demás, ya no lo tomas como algo personal, te cuesta mucho menos entender y perdonar, sabiendo que no todos tenemos todos los recursos para resolver sobre  nuestras propias tribulaciones.

A partir de hoy, ¿qué te parece  hablar menos y escuchar más?, con atención, pudiendo llegar a comprender mejor  a quienes antes etiquetabas y agradabas según tu baremo. Adaptándote al suyo con sus experiencias y  patrones.

 

Hacer felices a los demás tiene un efecto en ti que te gustará comprobar, aunque para ello dejes de pensar precisamente en eso, en ti.

El hipnótico canto de la cigarra

cigarra

 

Mientras mece mi pensamiento una chicharra, pienso en la brevedad de la vida y la fragilidad del Ser Humano. Viendo el telediario, compruebo que si te dejas llevar por los mensajes, tu mente se convierte en una montaña rusa de emociones.

Dos muertes noticiables en el mismo día, tan diferentes y tan iguales. Cuando uno piensa en el ideal de su vida a veces se debate  entre esforzarse en procurarse bienestar y entrar en esa carrera imparable que es el hedonismo o todo lo contrario,  renunciar a lo material y dedicar su vida a una misión que le sobre pase y sobreviva y  se centre en  asistir  a los demás.

El triunfo económico y convertirse en una celebridad en la profesión o en la dedicación de uno, no parece que siempre vaya acompañado de una felicidad que por otra parte muchos verían clara en esas condiciones. Casi siempre no dejas de ser tú con distintas condiciones externas y por mucho que algunas cosas materiales te falten o te sobren tu espíritu no descansa con ellas, hasta el límite de incluso acabar con tu vida.

Servir a los demás con una dedicación que va más allá  de temer por la propia existencia en la asistencia a otros, es tan digno de admirar y tan difícil de elegir que pocos optamos  por este camino. Sin embargo tener una misión es algo que te da una fuerza y un valor increíble que te empuja a llevar a cabo las gestas mayores. La dedicación a los demás, si algo tiene es, que deja poco tiempo a la melancolía, a la tristeza, a la autocompasión.

Me imagino qué podían estar pensando ambos en sus  últimas horas, qué resumen vital puede pasar por tu cabeza, agradeces, te arrepientes, te lamentas…

Esto se mezcla con los insistentes reportajes del turismo de lujo con playas paradisíacas, yates de infinitos metros de eslora, restaurantes inaccesible y la relación causa-efecto directa de estas cuestiones con la felicidad.

 Vuelvo a mi pensamiento inicial, quién podía tener acceso a estos lujos, estoy segura de que sí el actor y no el misionero. Esto me vuelve a hacer recapacitar  sobre qué hace feliz al Ser Humano, qué nos hace ser  eso, humanos, qué hacen todas esas cuestiones accesorias y superfluas sobre nosotros. Realmente nos hace disfrutar tenerlas o no tenerlas y desearlas sufrir.

Si corre la brisa y cierras los ojos en qué lugar del mundo puedes estar, quizá donde quieras, ¿aprecias ese momento?, poder respirar, vivir. Vives pensando en qué otro sitio te gustaría estar, con qué otra persona… entonces,¿dilapidas tu tiempo?, ¿menosprecias tu entorno?

Seguir escuchando la cigarras me hace recordar que me encanta el verano, esté donde esté, que puedo disfrutar de la energía del sol, de increíbles paseos, de largas y divertidas conversaciones con amigos, de mi familia, de todo lo que la vida ha puesto a mi disposición. ¡¡Cuánta fortuna!!

Agradecer lo que tienes siempre es un gran paso para la felicidad personal. Las cosas que más valen no cuestan dinero.

¿Dónde están tus llaves?

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Es curioso observar a algunas personas cuando hablas sobre el poder de la sonrisa, es tal la incredulidad que sus gestos de sorpresa, de sorna  y de ironía se suceden incesantemente.

 Ser “happy” lo llaman ellos y lo desdeñan como si vestir esa seriedad que les caracteriza, ese pesimismo aplastante, ese mal humor  y esa queja continúa fueran el no- va- más de la atracción y la felicidad.

Inconscientes de su propio poder, ponen su estado interno al servicio de cualquiera que pase por su lado y decida con un comentario o un gesto amargarles el día.

Son acérrimos defensores de que uno no puede estar todo el día sonriendo, ni se puede ser feliz constantemente, que verlo todo de color de rosa es contraproducente y conlleva infinitos más riesgos que su apabullante “realismo”.

Además son combativos, cuando detectan que hay alguien así a su alrededor, positivo, no dudan en hacer de su acoso y derribo una misión, haciendo desde resúmenes de la situación mundial y nacional, hasta, en el caso de que no consigan su objetivo, no dudar en hacerles un resumen de lo que ellos consideran  que es su vida, haciendo que su película vital parezca más un drama que otra cosa.

Al principio entras en el juego e intentas convencer a la otra persona de que ver otra perspectiva de la vida o simplemente con ser agradecido la cosa cambia pero el esfuerzo es baladí, su malestar  le impide escuchar y su falta de recursos para salir de esa oscuridad es patente. Necesita ayuda.

De nada sirve que desde Darwin hasta ahora, asuntos tan a nuestro alcance como sonreír , estén abalados por cientos de estudios y teorías asegurando  que mejora la salud, alarga la vida,  aumenta las endorfinas y por ende te sientes mejor, reduce el estrés alargando  la vida e incluso te hace parecer más atractivo.

En este TED Talk Ron Gutman “ El poder  oculto de la sonrisa”,te desgrana muchos de estos ejemplos, no te lo pierdas.

Te dejo esta historia para que tú mismo saques tus propias conclusiones  :))

LAS LLAVES DE LA FELICIDAD

 

“En una oscura y oculta dimensión del Universo se encontraban reunidos todos los grandes dioses de la antigüedad dispuestos a gastarle una gran broma al ser humano. En realidad, era la broma más importante de la vida sobre la Tierra.

Para llevar a cabo la gran broma, antes que nada, determinaron cuál sería el lugar que a los seres humanos les costaría más llegar. Una vez averiguado, depositarían allí las llaves de la felicidad.

 

-Las esconderemos en las profundidades de los océanos -decía uno de ellos-.

-Ni hablar -advirtió otro-. El ser humano avanzará en sus ingenios científicos y será capaz de encontrarlas sin problema.

-Podríamos esconderlas en el más profundo de los volcanes -dijo otro de los presentes-.

-No -replicó otro-. Igual que sería capaz de dominar las aguas, también sería capaz de dominar el fuego y las montañas.

-¿Y por qué no bajo las rocas más profundas y sólidas de la tierra? -dijo otro-.

-De ninguna manera -replicó un compañero-. No pasarán unos cuantos miles de años que el hombre podrá sondear los subsuelos y extraer todas las piedras y metales preciosos que desee.

-¡Ya lo tengo! -dijo uno que hasta entonces no había dicho nada-. Esconderemos las llaves en las nubes más altas del cielo.

-Tonterías -replicó otro de los presentes-. Todos sabemos que los humanos no tardarán mucho en volar. Al poco tiempo encontrarían las llaves de la Felicidad.

 

Un gran silencio se hizo en aquella reunión de dioses. Uno de los que destacaba por ser el más ingenioso, dijo con alegría y solemnidad:

-Esconderemos las llaves de la Felicidad en un lugar en que el hombre, por más que busque, tardará mucho, mucho tiempo de suponer o imaginar…

-¿Dónde?, ¿dónde?, ¿dónde? -preguntaban con insistencia y ansiosa curiosidad los que conocían la brillantez y lucidez de aquel dios-.

-El lugar del Universo que el hombre tardará más en mirar y en consecuencia tardará más en encontrar es: en el interior de su corazón.

 

Todos estuvieron de acuerdo. Concluyó la reunión de dioses. Las llaves de la Felicidad se esconderían dentro del corazón de cada hombre.”

 

 

 

¿Qué puedo hacer diferente para mejorar esta situación?

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Seguramente  no hace mucho tiempo has dicho esta frase “ el problema es…” y a continuación tú mismo o tu interlocutor habéis añadido otra causa u otra perspectiva de lo mismo “el problema es…”

No conozco a nadie todavía a quien la palabra problema no le recuerde algo negativo, molesto que le estresa o cansa y que influye directamente en su estado de ánimo  y por ende en su felicidad.

Además de la forma de enfrentarse  a ellos, hay quienes los ven como un reto y hay quienes directamente intentan  buscar algún culpable, pero lo que hacemos casi todos es buscar rápidamente una causa plausible para justificar ese efecto.

En esa búsqueda, de lo que no somos conscientes realmente es en la energía que derrochamos haciendo ese análisis en lugar de formular una mejor estrategia para poder aportar algo que nos haga salir de ese atolladero mental.

Nos enfocamos en el problema y rara vez usamos ese enfoque para colocarnos en una mejor posición buscando soluciones.

Si nosotros usamos esa gran  pregunta que Jason Selk aconseja como una de las grandes estrategias para tener fortaleza mental seguro que podemos cambiar la perspectiva y empezar a construir: ¿Qué puedo hacer diferente para mejorar esta situación?

Si realmente nosotros somos conscientes del poder de esta pregunta, seremos capaces de coger las riendas de nuestra vida y no volver a lamentar lo que el azar hace con nosotros.

Cuando creemos en nosotros mismos, nos sentimos protagonistas  y nos responsabilizamos del adecuado porcentaje de  control que tenemos sobre  lo que nos ocurre, nuestra vida cambia.

Si además incrementamos esta sensación con la oportunidad  de entrenar la visión incansable de enfocarnos en la solución y no en el problema, conseguiremos ir sumando habilidades que impactarán definitivamente en nuestra salud, en nuestra felicidad y  en nuestro éxito.

Podremos pasar de la fatiga, la ansiedad y la destrucción  del pensamiento negativo que busca porqués, a la mejora, la construcción, y el regalo del cómo o el para qué.

 

Cada vez que te enfrentes a un «problema» ya sea laboral o familiar,  utiliza los primeros minutos para acercarte a tu solución y no enfrascarte en una tarea fútil que acabará con todas tus opciones y tu energía.

Foto:imablumm

¿Dónde buscas?

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La reflexión que os propongo para acabar la semana, blogueramente hablando J, tiene como base un cuento budista que explica de manera muy práctica lo que implica el proceso coaching y  seguro estimulará vuestra imaginación, creatividad y la confianza en vosotros mimos.

Al mismo tiempo, os dará una pista sobre cómo usar vuestra inteligencia para buscar las respuestas, donde están y no dónde no están, incluso cuando el lugar te parezca muy oscuro.

“Una tarde la gente vio a Rabiya buscando algo en la calle frente a su choza. Todos se acercaron a la pobre anciana,

 _ ¿Qué pasa?-le preguntaron-¿qué estás buscando?
―Perdí
mi aguja, dijo ella. Y todos la ayudaron a buscarla. Pero alguien le preguntó: ―Rabiya, la calle es larga, pronto no habrá más luz. Una aguja es algo muy pequeño ¿porqué no nos dices exactamente dónde se te cayó?.

 ―Dentro de mi casa, dijo Rabiya.
― ¿Te has vuelto loca?-preguntó la gente-
Si la aguja se te ha caído dentro de tu casa, ¿porqué la buscas aquí fuera? ―Porque aquí hay luz, dentro de la casa no hay.
―Pero aú
n habiendo luz, ¿cómo podremos encontrar la aguja aquí si no es aquí donde la has perdido? Lo correcto sería llevar una lámpara a la casa y buscar allí la aguja.
Y Rabiya se rió.

 ―Sois tan inteligentes para las cosas pequeñas ¿cuándo vais a utilizar esta inteligencia para vuestra vida interior?

 Os he visto a todos buscando afuera y yo sé perfectamente bien, lo sé por mi propia experiencia que lo que buscáis está perdido dentro. Usad vuestra inteligencia ¿por qué buscáis la felicidad en el mundo externo? ¿Acaso lo habéis perdido allí?.

Se quedaron sin palabras y Rabiya desapareció dentro de su casa.

 

¿En qué pones tu felicidad?, ¿a cuál o cuáles condiciones la vinculas?

Quizá tener más cosas materiales: dinero,  coches, casa, ropa, un mejor trabajo, más vida social, más actividades, tener mejor aspecto físico, pesar menos, estar más en forma, comer mejor…

Crees que cuando las consigas, ¿serás más feliz? Piensa si en algún momento pasado la vinculaste a algo y funcionó cuando lo conseguiste, durante cuánto tiempo.

 

Quizá pones tu felicidad en alguien, en tu pareja, en tu jefe, tu padre, madre, hermano, amigo, en satisfacer lo que ellos quieren de ti o mejor aún en lo que crees que ellos esperan de ti.

 

O incluso en conseguir objetivos que incluso controlas menos, como en que las personas cambien porque sí, sin desearlo y se amolden a ti,  que sean como tú quieres y en muchas ocasiones dejen de recordarte con sus comportamientos lo que menos te gusta de ti.

 

¿Qué ocurre si sólo buscas fuera de ti, aunque a priori parezca más fácil?, ¿de qué o de quién haces depender tu felicidad?

¿Qué te impide mirarte, observarte y buscar el cambio desde dentro?

Recuerda que siempre es mejor buscar dentro de ti.

¡Buen fin de semana!

¿Tienes o haces?

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“El dinero no da la felicidad” este viejo adagio que tanto repetimos, es en realidad una justificación para aceptar de mala gana las situaciones económicas que no nos gustan  o es el mantra que nos recuerda una realidad que incluso los estudios constatan.

Seguramente si nos ponemos en la situación de no tener dinero del que disponer para nuestras  necesidades más básicas, nuestro pensamiento, lo que sí concluirá es, que  la falta de dinero acaba con la felicidad desde el momento en que arroja sobre nosotros preocupaciones  y cuestiones que lejos de proporcionarnos oportunidades y opciones nos estresan y  soliviantan.

Y si nos detenemos entonces a pensar en todas esas personas que habitan en otros lugares del mundo donde las necesidades se multiplican a la enésima potencia, podemos concluir entonces que puedan ser felices en algún momento.

Qué ocurre para que en el Ranking de Felicidad de 2013, en el que se miden la esperanza de vida, la percepción del bienestar y la huella ecológica,  los habitantes de países como Costa Rica, Vietnam o Colombia sean mucho más felices que los alemanes, españoles o estadounidenses.

Que ocupemos el número 62 en esta lista y que los países que consideramos más avanzados no sean los más felices, ¿nos envía algún mensaje?. Cada uno de nosotros, ¿se siente afortunado de poder vivir en un país como el nuestro?

Tiene algo que ver que no seamos conformistas y queramos mejorar con que todo lo veamos mal y tengamos la sensación de no disfrutar de un merecido bienestar y por lo tanto no seamos lo suficientemente agradecidos como para ser felices con lo que tenemos.

Sabemos agradecer las oportunidades que tenemos a nuestro alrededor o a lo mejor damos demasiadas cuestiones por hecho a lo largo del día, empezando porque despertarnos y respirar lo consideramos normal.

Y si consiguiésemos desarrollar estrategias  que no tuviesen que ver con la consecución de la felicidad basándola en  referencias externas y además materiales,

Si dejásemos de recordar y enumerar lo que no tenemos y empezásemos la lista contraria. Si contabilizásemos como doble las cosas que disfrutamos y que sin embargo, damos por hecho y en realidad no tenemos aseguradas.

¿Son cosas lo que nos hace felices? Realmente queremos trabajar más horas y ganar más dinero para acumular más objetos, casas, coches… está ahí nuestra felicidad. ¿Cuánto nos dura la satisfacción de estas adquisiciones?, ¿cuánto tardamos en sobresaltarnos con un nuevo modelo, con un deseo de un casa más grande?

Y si damos un paso en esta dirección  y hacemos caso a lo que explica Robert Frank en su libro “Luxury Fever”, y si en lugar de comprar y poseer cosas, obteniendo sentimientos de frustración, gastamos el dinero en experiencias, especialmente las que llevamos a cabo con otras personas, las que nos procuran emociones positivas, que tienen para nosotros mejor significado y de las que guardamos mejores recuerdos.

Ir a conciertos, hacer picnics al aire libre, cenas, comidas, viajes en grupo… cualquiera de estas actividades,  dan más placer que las compras materiales.

Además si el dinero es gastado en los demás, el impulso a tu felicidad será mucho mayor. Invitar a un amigo a comer, comprar algo a tu familia o donar una cantidad a alguna persona o proyecto, te demostrará que esa emoción es más reconfortante que gastarlo en nosotros mismos.

Has reparado alguna vez en qué gastas tu dinero principalmente. A partir de hoy haz una lista de tus gastos de este mes. Observa si gastas más dinero en experiencias que en cosas, si tu columna de “hacer” es mayor que la de “tener”, estás trabajando en tu felicidad si no, es hora de invertir mejor. 😉

Expresar gratitud

gracias

La gratitud es mucho más que una simple emoción efímera, si tú quieres puede ser también una tendencia que practiques para ver lo bueno que nos trae la vida.

Para estar agradecidos por algo, primero tenemos que darnos cuenta y ser conscientes de que lo tenemos y es importante. Pero a menudo damos por sentado las cosas buenas que tenemos y nos centramos más en las que no tenemos o en las cosas malas que hay en nuestras vidas y lo mucho que deseamos librarnos de ellas.

Expresar gratitud tiene numerosos beneficios, como una mayor felicidad, relaciones más satisfactorias y paz mental. La gratitud se considera una virtud en casi todas las culturas. Tú, ¿ la practicas?

La gratitud tiene también una gran capacidad para producir cambios en las personas, abre el corazón y la mente. Expresar gratitud es un camino hacia una mayor felicidad. Pero las personas no siempre tenemos  tendencia a expresar gratitud. Por tanto, es una virtud que debe ser aprendida y cultivada.

Algunos de sus efectos son:

Aumenta la autoestima y la sensación de valía personal
Incrementa el comportamiento ético
Ayuda a construir vínculos con los demás
Ayuda a afrontar el estrés, trauma y adversidad
Inhibe las comparaciones negativas con los demás
Nos ayuda a adaptarnos a nuevas circunstancias
Ayuda a combatir las emociones negativas

La gratitud puede expresarse de diversas formas. Puedes sentirte agradecido muchas veces a lo largo del día por las pequeñas cosas que te suceden, porque alguien te sonría, te hable con amabilidad, aunque sea por encontrar aparcamiento con facilidad, tener un buen día en el trabajo, que tus hijos pongan la mesa sin pelearse o que florezca una planta en tu balcón.

También puedes expresar gratitud a los demás, está al alcance de cualquiera, no sólo por hacerte algún favor, sino tan sólo por ser parte de tu vida, por entenderte, por disculparte, por escuchar tus problemas o no rechazarte cuando tienes un mal día y estás de mal humor.

Expresar gratitud no tiene nada que ver con la religión o la creencia en dios. Puedes estar agradecido a la vida, al mundo, a tu ser interior, a todo en general o a nada en particular. Es tan solo esa sensación de agradecimiento que no es necesario dirigir hacia nada ni nadie en particular.

¿Cómo aumentar tu gratitud?

Si quieres expresar más sentimientos de gratitud y conocer sus beneficios, estas son algunas de las cosas que Ana Muñoz de about.com  te propone y puedes hacer:

«1. Proponte prestar más atención a cualquier momento de tu vida por el que puedes expresar gratitud.

2. Utiliza un diario de gratitud, donde escribes cada día todas las cosas buenas que te han pasado, por pequeñas que sean. Esto hace que tu atención se centre más en lo positivo de tu día a día y te ayuda a ser consciente de las cosas por las que puedes estar agradecido.

3. Escribe una carta de gratitud a una persona a quien te sientas agradecido por algo. No es necesario que envíes esa carta, aunque enviarla o dársela a esa persona puede aumentar los efectos positivos.

4. Busca una persona con la que practicar la gratitud. Consiste en ponerte de acuerdo con alguien para contaros las cosas buenas que os suceden. Cada uno debe procurar escuchar al otro y sentir su alegría y gratitud, compartiéndola y alegrándose por la otra persona.

5. Expresa gratitud a los demás. Exprésales directamente tu agradecimiento por lo que hacen por ti, sus detalles, su amabilidad, o el efecto que tienen en tu vida.

6. Concéntrate en el sentimiento de gratitud y trata de evocarlo. Piensa en algo por lo que te sientes muy agradecido y cuando aparezca ese sentimiento de gratitud, concéntrate en él, siéntelo plenamente durante un rato, deja que invada todo tu ser y apréndetelo. Acostúmbrate a evocarlo de este modo, para sentirlo con frecuencia durante el día.»

Seguro que en muchas ocasiones te quejas de cuestiones que no salen o no se desarrollan como tú quieres o esperabas pero, y si ahora agradecieses que ocurran y que tienes la oportunidad de disfrutar de multitud de acontecimientos que la vida pone en tu camino por sorpresa.

¿Y si esta semana agradecieses la lluvia?

 Si necesitas más inspiración no dejes de ver este video 😉

Foto: escuelaginer.com