¿COMPETIR O COLABORAR?

 

 

colaborar

 

Muchos de los acontecimientos que estamos viviendo a nivel mundial y que parecen acabar con todas las apuestas y encuestas  tienen que ver mucho con el miedo y con cómo respondemos ante él. Además dice mucho de nosotros y de cómo enfrentamos la vida, decidiendo entre construir un mundo competitivo o colaborativo.

Cerrar nuestras fronteras de país, proteger lo que consideramos nuestro y excluir a todos los demás forma parte de un modo de actuar que se está imponiendo por momentos. Veo con tristeza gente que incluso celebra que lo “políticamente correcto” esté llegando a su fin y que al menos ahora cada uno podrá decir realmente lo que piensa.

Para mí lo considerado “políticamente correcto”, es exactamente lo que pienso, creo que el mundo es un lugar mejor cuando reflexiono sobre lo que voy a decir y digo sólo lo que aporta algo y no daña a nadie gratuitamente, que por otra parte es lo que todos podríamos hacer.

Entiendo que hay muchos que ven el mundo como la película de “Los Inmortales” en la que sólo puede quedar uno, y ese constante pensamiento de supervivencia hace que todo cambio lo sienta y vea como una amenaza que le hace vivir en un permanente estado de alerta. Haciendo que cada paso que dé sea obsesionado por él mismo.

Si además ese sentimiento es alimentado por políticos y medios, cualquier mensaje dirigido a enrocarse y protegerse de eso desconocido es bienvenido, celebrado y votado.

Ayer leía una entrevista a Stephen Hawking en la que hablaba de la desaparición de muchos trabajos debido a los avances en inteligencia artificial, todos los comentarios que tenía la noticia, tenían más que ver con el miedo que con la confianza en que sepamos adecuar nuestra existencia a nuevos procederes en los que podamos disfrutar más del tiempo, sepamos distribuir mejor el fruto de esos avances y hagamos de este mundo un lugar más amable y colaborativo.

La globalización hace que cuestiones como los idiomas y la tecnología sean indispensables para poder contribuir pero esto no quiere decir que excluya a nadie, sino que tenemos que interiorizar que aprender algo nuevo, será una cuestión habitual en los nuevos tiempos y que dejaremos atrás lo de hacerlo sólo por unos cuantos años.

Adaptarse a no saber algo, tener que aprenderlo y practicarlo durante tiempo es algo que todos podemos hacer hasta el final de nuestra vida, en condiciones normales, por lo tanto podemos aprovechar el impulso de ese miedo para empezar hoy mismo. Sin vergüenza o pereza.

Poner a disposición de todos estos recursos es la obligación de todos los que en lugar de dar herramientas, reducen capacidades con oscuros vaticinios.

Siempre hemos sobrevivido adaptándonos al medio y no va a ser la tecnología o la globalización algo diferente. Juntos siempre hemos conseguido muchos más logros que por separado.

Utilizando nuestro potencial al máximo en favor de los demás conseguimos no sólo que avancemos todos sino que tengamos un propósito de vida compartido que merezca la pena. No dejar a nadie atrás nos hace humanos. No dejemos que nuestro primitivo basado en la supervivencia dirija nuestras vidas y preparémonos para hacer algo grande juntos.

Podemos competir para colaborar o colaborar para competir pero no merece la pena hacerlo para excluir. El mundo siempre será un lugar donde convivamos todos.

No tendrás que trabajar ni un día de tu vida

 

trabajar

 

“Tú, Adán trabajarás la tierra, y ganarás el pan con el sudor de tu frente.”

Pienso en la palabra trabajo, directa e inexcusablemente entroncada con la maldición bíblica y que no parece que en breve vaya a cambiar, así que estoy buscando una palabra para que defina la actividad que llevas a cabo en tu vida diaria que te permite desarrollarte como persona, tener un objetivo que te sobreviva, con la que busques dejar una huella más allá de ti, y que además puedas decir de ella que es divertida.

Una palabra que puedas definir como reconfortante y estimulante sin tener que sonrojare o pedir perdón por disfrutar y recrearte en ella. Algo que no condicione los lunes como un  día infernal y desees que llegue el viernes sin vivir todos y cada uno de los días de la semana.

Que no haga honor a frases como la de Facundo Cabral :“Mira si será malo el trabajo, que deben pagarte para que lo hagas.”

Una actividad, sea la que sea, que no tenga que tener unas determinadas características ideales para poder, a través de ella, dar lo mejor de ti  mismo. Cooperar y colaborar con todos los que te rodean para mejorar esa idea, ese día, esa tarea.

O quizás debas hacer que te guste lo que haces, como aconsejaba Tolstoi. Si es así, empieza por no quejarte de lo temprano que te levantas y del frío o caluroso día que hace, de tus compañeros, de tu jefe, de lo poco que cobras y lo mucho que trabajas. Piensa mejor en cómo ese día puede ser y  hacerte mejor, cómo pequeñas victorias personales sobre tus negativos hábitos, te van a hace fuerte, diferente, grande.

Observa cómo de camino a tu lugar de trabajo puedes hacer del mundo un lugar mejor, sin hazañas, ni grandilocuencias, con pequeños detalles que mejoran la vida de los demás: sonríe y saluda a conocidos y  extraños, con calidez, deja tu sitio en el autobús, comparte algo, permite que otra se incorpore a tu carril, deja unos céntimos en la máquina del café o invita a alguien a tomarlo.

Son las primeras horas de la mañana, tan importantes como en las que resuelves cuestiones o enfrentas tensiones, por lo tanto ir engordando tu fondo de armario con emociones positivas de pequeños detalles te harán ver la vida con otros ojos durante todo el día.

Piensa en para qué haces tu trabajo, qué proporcionas a los demás, quiénes son tus clientes últimos, en qué favoreces su vida, cómo lo puedes hacer mejor, qué puedes hacer distinto hoy que te haga sentirte orgulloso se ti mismo.

 Cuando leemos frases como la de Confucio “Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”, siempre pensamos en otro trabajo, en cambiar el actual, en buscar, en cuál sería esa idílica labor sin antes detenernos y pensar que quizá nuestros propios pensamientos y actitudes están amargando un trabajo que sí nos gusta y que hace tiempo no vemos con objetividad  lo que nos aporta.

Empieza a cambiar tu visión de la tarea que llevas a cabo para vivir y no te conviertas en su esclavo sino en alguien comprometido con el mundo que quieres vivir y cambiar.

Comienza el día con esta pregunta y observa lo que ocurre.

¿Qué puedo hacer hoy en mi trabajo para mejorar mi mundo?

¡Mucha energía para no rendirte nunca!

Tu cuerno de la abundancia

 

cuerno

 

Este símbolo de prosperidad y afluencia que data del siglo V a.C. , el cuerno de la abundancia, simboliza  un concepto que merece una reflexión.

En la mitología griega, Zeus fue criado por la cabra Amaltea con su leche. Zeus le rompió jugando con sus rayos uno de sus cuernos y para compensar este cuerno roto proporcionaba todo lo que deseaba  a quien lo poseyese.

He de reconocer que este término, la abundacia, no era un planteamiento que tuviese muy en cuenta hasta hace relativamente poco. Mi socialización en un mundo de escasez, en el que la lucha por los recursos está más cerca de la supervivencia que de cualquier otra cosa modificaba mi conducta, mi visión y mis estrategias desde hacía tiempo.

Cuando de repente mi afición por lo TED talks me hizo tropezarme con este optimista mensaje de Peter Diamandis “La abundancia es nuestro futuro” y éste me invitó a indagar sobre el cambio que mi visión necesitaba.

Una de las frases que me ayudaron en mi búsqueda : “El conocimiento, el deseo y el espíritu tienen fuerza y esa fuerza dentro de cada ser, es la clave para crear abundancia.” Epicuro

Este cuento del médico y conferencista hindú, Deepak Chopra, abundaba más en el asunto:

 “Hay dos diosas que habitan en el corazón de cada ser humano, y todos amamos profundamente a esos seres supremos.

Pero existe un secreto que tienes que saber, y yo te lo diré.

Aunque amas a ambas diosas, debes prestar más atención a una de ellas. Es la diosa del conocimiento y se llama Sarasvati. Persíguela, ámala, y préstale atención. La otra, Lakshmi, es la diosa de la Abundancia. Al ver que le prestas más atención a Sarasvati, Lakshmi se pondrá muy celosa y se fijará más en ti.

Cuanto más persigas a la diosa del Conocimiento, la de la Abundancia te perseguirá más a ti. Te seguirá donde quiera que vayas, y nunca te abandonará. Y tendrás para siempre esa abundancia que deseas.»

Al fin y al cabo ”la abundancia es la experiencia en  la que nuestras necesidades se satisfacen con facilidad y nuestros deseos se cumplen espontáneamente. Sentimos alegría, salud, vitalidad y felicidad en cada momento de nuestra vida”.

Cuando llegamos a ser conscientes del poder que tenemos de crear circunstancias favorables a nuestro alrededor poniendo nuestro conocimiento al servicio de los demás y creyendo en ese potencial, todo cambia dentro de nosotros.

La necesidad de aumentar ese conocimiento hace que nuestros miedos, nuestros bloqueos, y emociones negativas desaparezcan ante una misión que nos sobrepasa y sobrevive, que nos llena de energía.

Si quieres  comenzar a vivir con esta nueva visión y tener ese propósito superior,  te propongo estos ejercicios de Chopra para  la próxima semana:

Propósito superior.

Estoy aquí para servir. Estoy aquí para inspirar. Estoy aquí para amar. Estoy aquí para vivir mi verdad.

Comunión.

Mostraré mí aprecio a alguien a quien nunca lo he expresado. Pasaré por alto la tensión y seré amigable con alguien que me ha ignorado. Expresaré al menos un sentimiento que me ha hecho sentir culpable o avergonzado.

Conciencia.

Dedicaré diez minutos a observar y guardar silencio. Me sentaré a solas con el único fin de sentir mi cuerpo. Si alguien me molesta, me preguntaré qué hay detrás de mi ira y no dejaré de prestar atención hasta que desaparezca la incomodidad.

Aceptación.

Dedicaré cinco minutos a pensar en las cualidades de alguien que me desagrada. Leeré sobre alguna comunidad que considero intolerante e intentaré ver el mundo a su manera. Me miraré al espejo y me describiré exactamente como si fuera la madre o el padre perfecto que me gustaría haber tenido (empezando con la frase: “Para mí eres hermoso”.

Creatividad.

Imaginaré cinco cosas que puedo hacer y que mi familia jamás esperaría, y realizaré al menos una.

Esbozaré una novela basada en mi vida (todos los sucesos serán verdaderos, pero nadie adivinará que yo soy el protagonista). Inventaré algo que el mundo necesita desesperadamente.

Ser.

Pasaré media hora en un lugar tranquilo, percibiendo únicamente qué se siente existir. Me recostaré en el pasto y sentiré cómo la tierra se remueve lánguidamente bajo mí cuerpo. Inhalaré tres veces y dejaré que el aire salga lo más suavemente posible.

Eficiencia.

Evitaré controlar al menos dos cosas y veré qué sucede. Observaré una rosa y reflexionaré en la posibilidad de hacer que se abra más rápida o bellamente de lo que lo hace; luego me preguntaré si mi vida ha florecido con tal eficiencia. Me acostaré en un lugar tranquilo cerca del océano o con una grabación de sus sonidos- y respiraré a su ritmo.

Conexión.

Cuando esté con alguien y mi mirada se desvíe, la dirigiré de nuevo a sus ojos. Miraré con aprecio a alguien cuya importancia no he reconocido. Expresaré solidaridad a alguien que la necesita, de preferencia a un desconocido.

Dar.

Compraré el almuerzo y lo daré a una persona necesitada -o iré a una cafetería y comeré con ella. Elogiaré a una persona por una cualidad de la que se sienta orgullosa. Dedicaré hoy a mis hijos todo el tiempo que deseen.

Inmortalidad.

Leeré un texto sagrado sobre el alma y la promesa de la vida después de la muerte. Escribiré cinco cosas por las que quiero ser recordado. Me sentaré y experimentaré en silencio el lapso entre la inhalación y la exhalación, sintiendo la eternidad en el momento presente.

 ¡Nos vemos! Disfruta, descansa y desconcecta!! 😉

Complícate 20 segundos

reloj20

¿Ha llegado para ti Septiembre cargado de buenos propósitos? Casi tiene más fama Enero, pero el descanso estival también establece un antes y un después en la rutina de todos.

Sobre esta rutina y  sus cambios es sobre lo que me gustaría  reflexionar hoy.

Hacer ejercicio, aprender algún idioma, dejar de fumar, no ver  tanto la televisión, la lista seguro que sería interminable si incluyese todos nuestros deseos, pero seguro que  podéis hacer una analogía con vuestros propios propósitos.

Si además no es la primera vez que éstos están en vuestra lista, el apuntarlos habrá sido  una mezcla entre precaución, escepticismo y ganas de no volverlos a escribir.

Incluso si repasamos nuestras «listas para hacer» durante las vacaciones para muchos de nosotros también habrá sido interminable al principio y se habrá quedado reducida, después,  a la mínima expresión y es que cuando no tenemos jefe y todo el “tiempo del mundo” por delante, la ley del mínimo esfuerzo se impone.

No estamos acostumbrados a tirar de nuestra energía de activación para echar a andar. Necesitamos órdenes externas o poner nuestra esperanza en la fuerza de voluntad, fuente no inagotable, y por lo tanto habiéndonos resistido a hacer algo desde la mañana, por la noche nos será prácticamente imposible que nos quede algo de fuerza para seguir en nuestro propósito. O si hemos tirado de ella para hacer algo no nos quedará la suficiente para emplearla en una segunda cuestión.

De ahí que después de días haciendo ejercicio lo dejemos durante semanas o que atraquemos el frigorífico después de días de estricta dieta o incluso que vayamos postergando durante días tareas por hacer..

Sin embargo no debe desesperarnos que nuestros automatismos y hábitos se impongan, para algo ¡hemos estado practicando durante años!

 Aunque sí, empezar al menos a dejar los hábitos que no nos gustan o no son saludables para nosotros, sería un buen comienzo.

Como inicio te propongo que el hábito que te propongas eliminar le aumentes en, como mínimo, veinte segundos, el tiempo de acceso. Por ejemplo si es fumar deja el tabaco lejos, donde te dé tiempo a pensar, mientras haces el esfuerzo  para llegar a él. Si es la televisión quita las pilas del mando, si es comer coge poca cantidad de lo que sea para que debas volver…piensa en tu hábito a extinguir y en como complicarlo.

Mientras muchas compañías pagan sumas millonarias por ahorrarte y minimizar este tiempo de acceso para que consumas, compres o utilices sus servicios, tú lo utilizarás por mucho menos en tu favor.

Piensa en cómo poner entre tú y lo que quieres dejar al menos veinte segundos.

La sabiduría  popular cifra en 21 días los necesarios para adoptar un hábito, consigue al menos el mismo tiempo.

¡¡Adelante!!