
Seguro que ya has leído más de un artículo de las características que tiene que tener un emprendedor, te has leído algún libro que tiene que ver con empezar algo nuevo o le estás dando vueltas a poner en marcha una idea desde hace tiempo, a protagonizar un cambio en tu vida.
Además de las cuestiones técnicas que tendrás que abordar para pasar a la acción, tendrás que lidiar con un montón de personas que opinarán, incluso sin tú pedírselo, sobre tus posibilidades de triunfo.
Cuando estás en un momento de cambio, las dudas y las preguntas te asaltan constantemente planteando desafiantes escenarios a tus ideas , planes o proyectos y mientras estos se suceden como en una película o se pasan como en las páginas de un libro, estar alerta para elegir de quienes te rodeas, es fundamental.
Seguro que si le cuentas a uno de tus compañeros que te ves dirigiendo esa empresa en la que trabajáis o como dueño de otra similar, probablemente se reirá de ti, y te desgranará la cantidad de cuestiones de las que adolece tu plan y tu persona para ser realidad. Sin embargo si se lo dices a tu jefe, quien ya ha llegado a ese punto que es tu meta, seguro que a él no le parecerá una broma. Las grandes personas no se rien de las grandes ideas, todo lo contrario te animan a ponerlas en marcha, a pasar a la acción.
» Si a ti mismo no te asusta tu sueño es que no piensas en grande»
Con esto, qué quiero decir, que hay que saber a quién le cuenta uno los planes que tiene para su futuro porque en un estado tan sensible como el principio de la producción o la creatividad, cualquier cuestión bien o mal intencionada puede hacernos mella.
David Schwartz en su libro «La magia de pensar en grande”, lectura que te recomiendo, hace distinción entre tres tipos de persona:
Un primer grupo en el que están los que se rinden por completo, convencidas de que no pueden conseguir lo que pretenden y que el éxito es para los demás. Buscan siempre una explicación a su estado.
Un segundo grupo, los que se rinden parcialmente. Entran en la vida adulta con esperanza de éxito, trabajan y luchan durante un tiempo pero luego deciden que el éxito no vale el esfuerzo, a través de desarrollar temores como: miedo a fracasar, a la desaprobación social, a la inseguridad, a perder lo que ya tiene. Quienes son “gente talentosa e inteligente que eligió arrastrarse por la vida porque les da miedo levantarse y correr”
Y un tercer grupo que son los que nunca se rinden, este grupo que supone un 2-3% del total, vive y respira éxito. Hallan estímulos, recompensa, miran cada día como nuevas aventuras y una oportunidad de vivir plenamente.
Si con nuestros proyectos queremos estar en este tercer grupo debemos eliminar de nuestro rededor todas esas fuerzas negativas que tratan de acabar con nuestros sueños insuflándonos sus miedos.
“La gente que le diga que no puede ser hecho, son casi siempre seres infortunados, estrictamente en término medio, en el mejor de los casos mediocres en cuanto a realizaciones. Las opiniones de este sector pueden ser veneno.”
Si está rodeado de este tipo de personas, utilice sus comentarios como un desafío a sus propios proyectos. Estos saboteadores están al alcance de cualquiera, listos para echar a perder sus ilusiones y a sabotear sus progresos positivos con algún pero.
Si estás en esa etapa, sé escrupuloso con quienes compartes tus sueños, hay una enorme diferencia de la energía que te embargará dependiendo de que circules en grupos donde emprender sea lo normal, o lo raro.
Selecciona a personas con amplias miras a las que les guste vivir en la incertidumbre de esta nueva era, que prevean escenarios futuros halagüeños y diferentes.
Busca conversaciones que te interesen, que refuercen tu positividad, pensadores grandes que deseen que tú también triunfes. No hay mejor vía de triunfo que ayudando a los demás a que lo hagan.
Detente a pensar, ¿qué tipo de persona quiero ser?
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