
“ La gran finalidad de la vida no es el conocimiento, sino la acción” Thomas Henry Huxley
Inspiro profundamente… esta acción, inspirar, me parece tan gráfica de lo que supone leer e interiorizar pensamientos certeros, que cuando leí esta cita pensé, qué buena idea para una reflexión.
Cada objetivo, cada meta, cada idea que revolotea en nuestra mente, no es más que ruido sino se transforma en acción, lo que nos cuesta… por cada idea que nos emociona y entusiasma, acuden en su compañía miles de pensamientos para obstaculizarla, como una barrera, una protección y acabamos reaccionando a lo que nos ocurre, es eso lo mismo que acción…
Estos muros, estos pensamientos que llegan de avanzadilla, como certeros dardos que pinchan nuestros “globos” nos mantienen en, lo que creemos, una fortaleza, en una zona que por conocida, nos da la impresión de que esté bajo nuestro control, a salvo, aunque algo nos dice que no nos es grato permanecer en ella. En el fondo ,sabemos que lo que queremos está más allá. Fuera de nuestra zona de confort.
Este temor, nace de la falta de confianza, ésta de no saber de lo que somos capaces y esto de la falta de experiencia. Este círculo se retroalimenta manteniéndonos inmóviles en nuestra rutina. Para aumentar la confianza en nosotros no hay más que practicar, entrenar, rebasar los límites para poder poco a poco, aumentar nuestra zona de acción.
Os dejo este TED, de Matt Cutts, por si queréis empezar por un entrenamiento original.
Me interesa especialmente este tema ahora, en un país, en el que existen tantas posibilidades y las personas están tan preparadas, el entorno está influyendo en nosotros decisivamente. El ambiente físico nos domina y sólo reaccionamos a él, siendo víctimas de quienes nos hablan de falta de oportunidades y de apocalípsis a las que tenemos que asistir como espectadores y no como los verdaderos protagonistas del cambio, rodeados de agoreros que predicen desdichas y las esparcen como pólvora por las redes y los medios.
Qué pretenden dirigir y gobernar con el miedo… yo también soy de las que creen que las estadísticas las hacemos las personas.
Por eso me gusta recordar a Viktor Frankl, del que recomiendo con encarecimiento, su libro “El hombre en busca de sentido” y a Steven Covey, la palabra “proactivo” les debe a ellos su origen y desarrollo, respectivamente, así como su inmersión en el mundo de la empresa principalmente.
El Diccionario de la Real Academia no recoge este término, señala que la palabra “iniciativa” o “tener iniciativa” serían similares. Después de leer a estos autores, a mí me queda claro que “proactivo”-palabra que a muchos les resulta fútil, o que de tanto uso vacío, recuerda un poco a la manida “sinergias”- tiene entidad propia, relevancia y una actualidad asombrosa.
Explica Covey, que las personas nos dividimos en reactivas y proactivas. Las primeras, las que reaccionan a lo que les pasa, les afecta el entorno en exceso, si les tratan bien, se sienten bien y si les tratan mal, mal, es decir “ construyen sus vidas emocionales entorno a las conductas de otros” . Sin embargo las proactivas , no es que no les ocurran las mismas cosas, sino que las acciones que toman, son el fruto de sus propias decisiones, de su elección.
Recuerda mucho a los papeles de víctima (reactiva) y protagonista (proactiva), en cada persona, creo que más o menos la mezcla inicial es al 50% en cada uno, más tarde la persona en función de sus experiencias, aprendizajes y creencias , inclina la balanza hacia el lado que más le “ interesa”. Quienes lo hacen en el sentido de la víctima, de la persona reactiva, encuentran siempre a quien culpar, padres, amigos, compañeros, ciudad, trabajo, incluso al tiempo de lo que constantemente les ocurre. Los que además quieren a estas personas reactivas, ante su queja por no poder coger las riendas de su vida o por repetir constantemente su falta de suerte, hacen que los demás se vuelquen con ella, y asuman el control por ellas, con lo que la víctima, acaba siendo el centro de atención, algo que les proporciona emociones adictivas.
Estas personas, las víctimas, se acostumbran a que todos tomen decisiones por ellas, con lo que ese músculo, el de la toma de decisiones, que se entrena con la práctica, deja de funcionar, y la falta de habilidades y de capacidades se agrava con el tiempo, dejando a la persona en condiciones lamentables.
Este es un aviso para todas aquellas personas que pretenden sufrir, caerse y frustrarse ellas mismas por sus seres queridos, ayudarles a culpar a los demás o al entorno por lo que no les sale bien o como ellos esperaban. Lejos de hacerles bien alguno, les cortan sin piedad las alas, les dejarán sin herramientas, que les harán enfrentarse al futuro en inferioridad de condiciones. Usted será el responsable de que “se ahogue en un vaso de agua” cuando no esté en su presencia. Piénselo.
Si lee testimonios y biografías de gente interesante, observará que se modelaron y configuraron la mayoría de ellos, en la adversidad, en el esfuerzo, que nada es fruto de lo que las víctimas denominan suerte. Que se está muy confortable en casa dándose uno palmaditas en la espalda y compadeciéndose de todo lo “malo” que le ha ocurrido. Se ha preguntado en algún momento qué se ha aprendido de esa experiencia. Cree usted que todo pasa por algo.
Eche la vista atrás hoy y recuerde alguna de aquellas cosas que le parecían tan horribles, que no le dejaron dormir, que le parecían obstáculos insalvables, cómo le parecen hoy. Sino consigue recordar ninguna de estas experiencias, seguro que conoce a alguna persona que pasó por una circunstancia de gran sufrimiento , de superación y ha conseguido remontar, hable con ella, pídale ayuda, copie su comportamiento, sus pensamientos para salir de eso, no se le ocurre nadie, quizás le interese conocer a Nick Vujicic. A que ya no le parece tan difícil.
Incline la balanza hacia ser “proactivo”, tome la iniciativa de su vida, responsabilícese de ella.
Comience por tomar pequeñas decisiones, por mínimas y ridículas que le parezcan y llévelas a cabo, qué comer, cuándo levantarse, dejar algo durante unos días… poco a poco fortalecerá su músculo.
Desconecte el piloto automático y tome los mandos, ya no volverá a querer dejar su vida en manos de otros. Sentir el poder de controlar lo que va a ocurrir será una sensación mucho más grata y placentera que seguir como hasta ahora. Si necesita para ello la ayuda de un coach. No lo dude, seguro tendrá usted pocas ocasiones para invertir mejor su dinero.
Eso sí antes tendrá que reunir varios requisitos: tener determinación y entusiasmo, fe en que está en su mano y lo puede conseguir y mucha disciplina para entrenar.
Ford estaba en lo cierto, cuando dijo “Tanto si crees que puedes, como si crees que no, tienes razón”
Foto: M.Ferrer
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