El rincón de pensar

the-mother-of-478319__180

 

Utilizo mucho el verbo pensar, dar vueltas a los temas, reflexionar sobre ellos, ver distintas perspectivas, relacionar unas cuestiones con otras y adoptar distintas visiones y soluciones, me ha hecho más creativa, comprensiva y resolutiva.

Desde hace algún tiempo, observo que en muchas personas este verbo es tabú, molesto, puesto que implica, no sólo volver sobre lo mismo, una y otra vez, sino que esas cuestiones son todas negativas y les producen sensaciones físicas que detestan, complicando el concepto.

Es cierto que ahora, mandar a los niños al rincón de pensar cuando hacen algo no deseable, tampoco ayuda mucho para las nuevas generaciones, puesto que es fácilmente asociado con que pensar es un castigo, en lugar de una recompensa.

Muchos de nosotros cuando nos enfrentamos al mundo de nuestros pensamientos, no lo hacemos con gusto, puesto que muchos de ellos, no son precisamente agradables y estar a solas con nosotros mismos supone una tortura que aliviamos con ruidosos sustitutos como la televisión o camuflamos con todo tipo de productos relajantes o ansiolíticos.

Por muy raro que os parezca, estos pensamientos son fabricados, guardados y liberados por nosotros mismos. La gran diferencia es que los archivamos sin hacerlo conscientemente y los liberamos y usamos cuando nuestra mente cree que estamos en situaciones similares.

Quienes llevan tiempo practicando meditación o mindfulness son, quienes poco a poco a través de la consciencia y la concentración, van desentrañando su sistema de pensamiento para poder hacerlo trabajar para ellos mismos en lugar de rechazarlo y reconocerlo como un instrumento de tortura.

El primer paso para que estos pensamientos tóxicos empiecen a dejar de serlo es observarlos. Detectar cuando se producen, qué acciones o recuerdos los liberan y qué sensaciones corporales  producen.

Cuando queremos acabar con estos pensamientos, no son ellos en sí, los que importan, porque más adelante te darás cuenta de que son absolutamente falsos, no importa lo que son, o lo que sientes, sino lo que haces con ellos.
La mayoría de las veces cambiaremos de actividad y dejaremos de observarnos para no reconocerlos y trabajarlos. Para no acabar perdido en tus pensamientos y agredido por ellos.
Si prefieres no rendirte y empezar a trabajar para que tus pensamientos jueguen en tu favor, prueba estos pasos:

Busca tu “rincón de pensar”
Siéntate cinco minutos, sin distracciones, fuera móvil.
Ten cerca un papel para anotar
Enfócate en tu respiración, nota como inspiras y espiras.
Observa los pensamientos que surgen en tu mente, entonces recuerda que estás pensando.
Apunta dos palabras relacionadas con cada pensamiento.
No trates de controlarlos o cambiarlos, simplemente cuando te des cuenta vuelve a observar tu respiración.

Con este ejercicio te darás cuenta de todo lo que piensas en sólo cinco minutos, de lo repetitivo o variado que puede llegar a ser.
Lo importante es hacer este ejercicio con constancia para empezar a ser consciente de lo que piensas, si no lo ves o sientes, no lo puedes cambiar.
En unas semanas continuaremos con el siguiente.

Recuerda que para conseguir cualquier meta la regularidad es la llave.
¡Buen trabajo!

Decisiones difíciles

decisione dificiles

 

Muchas de las personas que se acercan al Coaching personal buscan encontrar una solución a un bloqueo que poseen o arreglar algo que no funciona y que tienen la intuición de que una reflexión guiada y las preguntas pertinentes, les ayudarán.

  Hacer esto es casi heroico principalmente porque vivimos en una sociedad en la que pedir ayuda, en lugar de reconocer en ello coraje y superación, lo consideramos una debilidad, a pesar de que no hacerlo nos causa dolor  y molestia. La apariencia de normalidad es nuestra absurda obsesión. Me vale el tópico de “así nos va”

 Una gran parte de estas personas lo que acaban deduciendo en sus primeras sesiones, buscando objetivo, es que lo más importante en sus  vidas es tomar decisiones y es en esta labor en la que no encuentran la estrategia a seguir puesto que no han entrenado lo suficiente o tienen creencias negativas acerca de cómo hacerlo o de su propia capacidad.

 Quienes no están acostumbrados a tomar decisiones, dudan y retrasan todas las que tienen que tomar o simplemente acaban siendo espectadores donde la vida les lleva, haciendo que su único recurso sea quejarse y lamentarse de su suerte.

 Otras no saben exactamente qué es lo que les bloquea o si lo saben no ven la forma de avanzar hacia su objetivo, puesto que imaginarlo en esas dimensiones y tan ambicioso les amendrenta  y les  hace retrasar las mismas hasta caer en la estrategia anterior.

 Quienes se atreven a exteriorizar sus inquietudes, en su entorno más cercano,  más allá de ser escuchados y ayudados a reflexionar, en muchos casos, acaban con uno o varios consejos, “tendrías”, “deberías” , que a pesar de su buena intención, o son tópicos y creencias de los demás, no siempre potenciadoras o incluso añaden más ansiedad y leña al fuego de la dificultad en la toma decisiones.

En raras ocasiones ese alguien te ayuda a reflexionar, a buscar dentro de ti,  a encontrar tu propia decisión, con tus planteamientos y toda esa información que no  tiene nadie más que tú.

 Sé que a veces son difíciles decisiones pero tomarlas tú, sin creencias de los demás, sin presiones, es lo que te hace sentarte a los mandos de tu vida y sentirte orgulloso de ti mismo, solamente por hacerlo, y como en ningún caso son mesurables, y además  no podrás comprobar qué hubiese ocurrido en otro caso, te causarán satisfacción.

Es difícil que te puedas decidir, o puedas no arrepentirte  si no  tienes  en cuenta tus valores personales, las cuestiones a las que más prioridad das en tu vida y que son los motores de tu motivación.

A partir de ahora cuando quieras tomar una decisión, busca a alguien de confianza  o ayuda profesional, por ejemplo un coach, si crees que el primero no va a ser imparcial.

Necesitarás una persona que te ayude a reflexionar, que te pregunte, te rete, te ayude a conocerte mejor para que seas tú mismo y no otros, quien seas  el dueño de tus propias decisiones.

O acaso persigues lo contrario para tener un tercero a quien culpar.

Os dejo un fantástico TED de la filósofa Ruth Chang: «How to make hard choices» además de encontrar los subtítulos en castellano también podéis obtener la transcripción tanto en inglés con en castellano.

¿Dónde buscas?

buda

 

La reflexión que os propongo para acabar la semana, blogueramente hablando J, tiene como base un cuento budista que explica de manera muy práctica lo que implica el proceso coaching y  seguro estimulará vuestra imaginación, creatividad y la confianza en vosotros mimos.

Al mismo tiempo, os dará una pista sobre cómo usar vuestra inteligencia para buscar las respuestas, donde están y no dónde no están, incluso cuando el lugar te parezca muy oscuro.

“Una tarde la gente vio a Rabiya buscando algo en la calle frente a su choza. Todos se acercaron a la pobre anciana,

 _ ¿Qué pasa?-le preguntaron-¿qué estás buscando?
―Perdí
mi aguja, dijo ella. Y todos la ayudaron a buscarla. Pero alguien le preguntó: ―Rabiya, la calle es larga, pronto no habrá más luz. Una aguja es algo muy pequeño ¿porqué no nos dices exactamente dónde se te cayó?.

 ―Dentro de mi casa, dijo Rabiya.
― ¿Te has vuelto loca?-preguntó la gente-
Si la aguja se te ha caído dentro de tu casa, ¿porqué la buscas aquí fuera? ―Porque aquí hay luz, dentro de la casa no hay.
―Pero aú
n habiendo luz, ¿cómo podremos encontrar la aguja aquí si no es aquí donde la has perdido? Lo correcto sería llevar una lámpara a la casa y buscar allí la aguja.
Y Rabiya se rió.

 ―Sois tan inteligentes para las cosas pequeñas ¿cuándo vais a utilizar esta inteligencia para vuestra vida interior?

 Os he visto a todos buscando afuera y yo sé perfectamente bien, lo sé por mi propia experiencia que lo que buscáis está perdido dentro. Usad vuestra inteligencia ¿por qué buscáis la felicidad en el mundo externo? ¿Acaso lo habéis perdido allí?.

Se quedaron sin palabras y Rabiya desapareció dentro de su casa.

 

¿En qué pones tu felicidad?, ¿a cuál o cuáles condiciones la vinculas?

Quizá tener más cosas materiales: dinero,  coches, casa, ropa, un mejor trabajo, más vida social, más actividades, tener mejor aspecto físico, pesar menos, estar más en forma, comer mejor…

Crees que cuando las consigas, ¿serás más feliz? Piensa si en algún momento pasado la vinculaste a algo y funcionó cuando lo conseguiste, durante cuánto tiempo.

 

Quizá pones tu felicidad en alguien, en tu pareja, en tu jefe, tu padre, madre, hermano, amigo, en satisfacer lo que ellos quieren de ti o mejor aún en lo que crees que ellos esperan de ti.

 

O incluso en conseguir objetivos que incluso controlas menos, como en que las personas cambien porque sí, sin desearlo y se amolden a ti,  que sean como tú quieres y en muchas ocasiones dejen de recordarte con sus comportamientos lo que menos te gusta de ti.

 

¿Qué ocurre si sólo buscas fuera de ti, aunque a priori parezca más fácil?, ¿de qué o de quién haces depender tu felicidad?

¿Qué te impide mirarte, observarte y buscar el cambio desde dentro?

Recuerda que siempre es mejor buscar dentro de ti.

¡Buen fin de semana!