
Si respondes a la pregunta,¿ quién es la persona más importante en tu vida?, y no eres tú, es que has pensado en montón de situaciones que, al menos, te serían menos agradables sin esa otra persona. Si de verdad no has reparado en que la persona más importante del mundo para ti, eres tú mismo, imagina dónde más podrías vivir que no fuese dentro de ti. A partir de ahí, ¿eres importante?
Cuando sabes que tú eres lo más importante para ti, no sólo empiezas a cuidar tu exterior tanto a nivel físico como de imagen, sino que comienzas a ser consciente de que todo esto repercute en ti mismo.
Esta cuestión a veces se confunde con vestir o estar en forma para impresionar a los demás pero ese pensamiento te distrae del objetivo, esa no es la cuestión fundamental, sino que cuidando tanto tu interior como tu exterior, tú estás impresionado contigo mismo, por lo que tus avances y tu pensamiento se trasladan al exterior.
Volvemos al planteamiento básico que te debes grabar “ Soy lo que pienso”. Si tú mismo piensas que tu trabajo no tiene importancia, tú mismo te quitas importancia, y para ir a un trabajo así, necesitas vestirte de una manera determinada, hablar de una manera determinada y sentirte de una manera determinada, “sin importancia”.
Las actitudes que tomamos frente a la vida, no ya frente a lo que nos ocurre, sino para vivirla, las elecciones que tomamos y lo que nos decimos se exhibe a través de nuestros movimientos, lenguaje, vestimenta, etc… Aparece importante, pregúntate, ¿es esto lo que se dice, piensa, se pregunta una persona importante?
En muchas reuniones de emprendedores ahora te animan a que hagas y ensayes la pequeña charla de tu producto o servicio, tu elevator pitch, pero muchos, antes necesitamos hacer de nosotros mismos un producto vendible que no se viene abajo tras no pasar la primera prueba con un cliente, para poder después pasar a vender otra cosa.
Si nosotros no tenemos un discurso interiorizado positivo y energizante para contrarrestar toda esa negatividad y esos vacuos comentarios del exterior que nos hacen daño, no estaremos preparados para mostrar lo mejor de nosotros mismos tanto a nosotros, como a los demás.
Un niño refleja la conducta de sus padres, unos empleados la de sus jefes, una pareja la de la suya y tú mismo de lo que piensas, así que ten cuidado con quién quieres parecer, puedes ser un triunfador con datos objetivos en la mano y parecer todo lo contrario por tu pensamiento que te delata en cuestiones como tu postura corporal, tu lenguaje, etc.
Que cómo puedes comenzar esta nueva relación contigo mismo, hoy quiero hacerte una propuesta, que seguramente cuando lo leas te hará reír, porque pensarás “está loca” pero estoy segura de que la probarás y funcionará.
En lugar de darte la consabida paliza mental con tus miedos y agobios y malos augurios, dedícate unos minutos por la mañana al autobombo, al autoelogio, no dejes que este chute de energía y de entusiasmo esté en manos de otros. Y lo de manos de otros lo digo literal.
Piensa que tu champú o tu gel tiene poderes. Si, si como lo lees, cuando te embadurnes y te des masajes en la cabeza, piensa que esa loción te está convirtiendo en una persona importante, con muchas cualidades, especifícalas, no te dejes ninguna, sólo las que digas en voz alta las potenciará ese producto. No pares de extender tu champú o gel hasta que no te hayas dado tu charla motivadora. Haz tu propio anuncio con las habilidades y capacidades que te va a potenciar durante todo el día ese champú.
Piensa, busca que hay en ti mismo.
El éxito viene de un pensamiento dirigido y, ¿por qué no éste? Igual que sube la espuma de tu gel, igual subirá el concepto que tienes de ti mismo y la importancia que tienes para ti. Cada vez que oyes sobre un producto en un medio de comunicación, sólo oyes cosas buenas, ¿no? ¿Por qué no haces tú lo mismo contigo?
¡¡Limpia tu cabeza y tu mente a la vez!!
¡¡Enchúfate energía cada día!!
¿Qué te cuesta probar? 😉
foto: mujerglobal
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