«Haz lo que puedas, con lo que tengas, estés donde estés». Theodor Roosevelt

mundo

Cuando hacemos referencia al poder de los pensamientos y a cómo nuestra mente nos ayuda en nuestra vida diaria, muchos de nosotros no sabemos cómo hacer el análisis para saber el funcionamiento de nuestro principal mecanismo, la mente.

Saber si nuestra mente es feliz o no, puede ser un arduo trabajo o un trabajo de campo que podemos hacer relativamente fácil estando atentos y que nos puede arrojar muchos datos sobre lo qué realmente sucede allí dentro y como mejorarlo.

Los mensajes que a diario obtenemos de nuestro entorno, de los demás, de distintos medios de comunicación, mezclados con nuestros recuerdos y experiencias, nos provocan demasiados conflictos para poder desentrañar preguntas como si somos felices, nosotros solos.

A veces nos sentimos culpables por poseer o disfrutar de muchas más cosas que otras personas a nuestro alrededor, de estar alegres cuando otros lo están pasando francamente mal y de otras muchas cuestiones que nos impiden o excusan para pensar en acciones mucho más cercanas y sencillas que contribuyen a hacer de este mundo un lugar mejor.

Cuántas veces has dicho una palabra amable a algún desconocido,o algún compañero de trabajo al que nunca has hablado, a cuántos extraños has sonreído sin motivo, has cambiado el humor de alguien, ayudado a alguien, incluso que no conocías, escuchado, regalado algo, invitado, agradecido, elogiado, alegrado el día…

A veces cuando veo como muchas personas intentan arreglar el mundo a golpe de agresividad, de crítica feroz, de ira, insulto, para ridiculizar o menospreciar, de querer tener la razón , pensar que sólo existe su solución, avergonzar y juzgar a los demás, pienso, en a qué mundo están pensando llevarnos cuando utilizan esos métodos que  tratan así a sus semejantes, a los próximos y a sus iguales…por nuestro bien…

Las sociedades que se asientan en la vergüenza y en la culpa no son sociedades sanas, ni dignas de modelaje o defensa. No quiero que la mía sea así. 

Sociedades que escriben solidarias cartas a personas a cientos de kilómetros mientras son incapaces de compatibilizarlo haciéndolo con quienes están sufriendo a su lado, o simplemente siendo amables con quienes les rodean y no piensan como ellos.

La felicidad para mí se construye desde dentro, desde tus pensamientos y acciones. Desde lo simple y sencillo que parece ser lo que más cuesta. Siendo consciente de que nuestro entorno cambia principalmente cambiando lo que más trabajo implica, nuestra actitud. Estamos dispuestos a influir en esto…

Construyendo, animando, alentando, apoyando, entusiasmando a nuestros padres, madres, amigos, compañeros, vecinos. Haciéndoles partícipes de lo importante que es nuestra labor en nuestro entorno, con los demás. Con nuestra palabra, nuestra acción.

Comprométete contigo mismo, toma la determinación de que vas a formar parte de ese cambio, seguro de que tus acciones son lo más importante que puedes poner en marcha para hacerlo y que tu entorno más próximo, es tu reto.

Cada vez que pienses en un conflicto internacional, en una situación injusta, escuches alguna noticia que te impacte y sobre la que te sientas impotente. Idea algo para hacer inmediatamente donde estés. Recuerda las palabras de Theodor Roosevelt.

No intentes excusarte con la necesidad de la ejecución de grandes hazañas, que obtengan un gran reconocimiento. Recuerda que cada acción que lleves a cabo a tu alrededor será parte de esa aventura interior que te llevará a ser más feliz y a compartir esta felicidad con quienes te rodean, modificando tu mundo.

Algunas ideas para empezar… sé generoso y comparte con nosotros las tuyas

  • Deja tu cambio en la máquina del café. Imagina quien lo encuentre que afortunado se sentirá.
  • Ve sonriendo por la calle y saludando a todos.
  • Ayuda a alguien que veas cargado o agotado.
  • Pregunta a alguien cómo está, muestra interés por él.
  • Llama a alguien para agradecerle algo.
  • Elogia sinceramente a alguien.

fotografía:moviespix.com

Diferencias fascinantes

razas

Hace más de veinte años, empecé mi aventura vital en solitario.Después de estar al calor de mi familia y protegida por mi entorno, sin la total convicción de mis padres, comenzó mi  viaje.

A ellos les agradezco su esfuerzo para darme la oportunidad de pasar un año a miles de kilómetros de distancia de mi casa, viviendo en otra familia, aprendiendo otro idioma y sacándome las castañas del fuego yo solita, con mis dieciséis añitos recién cumplidos.

Muchas son las andanzas e historietas que puedo contar de aquel maravilloso año y de lo mucho que aprendí, pero hoy quiero hablar de algo que me impactó desde el primer día, me fascinó, abrió mi mente y cambió mis creencias, las increíbles “diferencias” que vi.

Mientras yo no acostumbraba más que a ver blancos, católicos, casados o solteros, funcionarios o empleados, de repente un mundo de posibilidades se abrió ante mis ojos, compartía mis clases con  todo tipo de asiáticos,  afroamericanos, compañeros con “varios padres”, “varias madres” y “diferentes hermanos”, católicos, budistas, infinidad de variedades protestantes  evangélicos…además, casi todas las personas que me rodeaban eran autónomos y dirigían su propios negocios, numerosas combinaciones de muchos elementos, todas nuevas para mí.

Tuve la oportunidad de asistir y observar cómo estas religiones, con la mayor normalidad, compartían centro para sus ceremonias y celebraciones, colocando y recogiendo sus símbolos después de cada culto.

Me encantaba ver, que a pesar de las diferencias entre ellos y de lo distintos que a mí me parecían, eran capaces de unirse en cuestiones como la lengua para poder comunicarse.

Ahora, después de tantos años, todo aquello me parece casi «lo normal» pero entonces me impactó, tanto, que me hizo una defensora de las inmensas posibilidades de la diferencia y de que precisamente en ella, está nuestro avance, en conseguir enriquecer entre todas el “nosotros”.

 Nunca más tuve miedo de probar nada distinto, ni de hablar con nadie ajeno, ni de cuestionarme todo, de escuchar a todos, de confiar en personas muy distintas  y si algo aprendí  de aquella experiencia es, que lo fundamental es partir de lo que nos une. Entonces lo hice y aprendí  inglés para poder comunicarme con toda esa gente interesante que pensaba, actuaba y vivía de forma muy diferente a lo que yo estaba acostumbrada.

En el colegio, las asignaturas estaban mezcladas, como si fusionasen  la formación profesional y el instituto, algo que también me forjó  la idea de que cada uno es mejor que los otros en algo, no importa en qué, siempre hay que crear la idea del beneficio para “nosotros”,  la mayoría de las veces lo somos en algo diferente y  lo importante es sacar todo el potencial posible de cada uno para hacer algo bueno juntos. Y por fin, ¡a eso me dedico!

Por eso coincido con Karen Anderson en que lo importante no es la riqueza, ni todos los estupendos títulos que tengamos colgados, lo importante es que aprovechemos todas las diferencias para conectarnos, para enriquecernos y para ver que el mundo juntos, puede ser un lugar mucho mejor para todos.

 

Os dejo  su inspirador  TED por si quieres ser un «Opportunity maker» 😉 

Energía verde

energiaverde

Con este título podía referirme a cualquier cuestión de sostenibilidad o energética y a nadie le hubiese llamado la atención, en este caso, sobre lo que quiero reflexionar con esta metáfora es, sobre el dinero, que tiene que ver con  ambas características también.

 Investigando sobre los factores motivantes en las personas no es ninguna novedad que  la mayoría y sin la necesidad de  ninguna fuente académica, pondríamos el dinero como un factor decisivo  y valoraríamos su efecto como positivo.

 Al margen de que si fuésemos más allá e indagásemos sobre otras cuestiones, seguramente descubriríamos como el compromiso, el propósito, los valores y otras cuestiones más espirituales tienen en muchos casos más fuerza, me limitaré  en este post al dinero y algunos de sus efectos psicológicos.

 El estudio “Las consecuencias psicológicas del dinero” llevado a cabo por Kathleen D. Vohs, Nicholas L. Mead y Miranda R. Godde y publicado en la revista “Science” es un buen punto de partida para observar los efectos del dinero en el comportamiento humano y sacar nuestras propias conclusiones.

Si pensamos en el dinero, en tenerlo, podemos valorar diversas situaciones, algunas que mejorarían, nuestras propiedades y pertenencias,el  acceso a las mismas y  nuestra independencia, y otros casos en los que el efecto sería una manera de separarnos de la sociedad y rebajar su armonía.

Los autores del estudio testaron cómo, activando en la mente el concepto del dinero, las personas nos comportábamos. La imprimación en una parte de los participantes se hizo de diversas formas mediante el recordatorio de frases sobre el dinero, la muestra de billetes del Monopoly, un salvapantallas con imágenes de billetes… Para el  resto de los participantes se utilizaron imágenes y frases neutras.

A continuación  les propusieron, varios experimentos, como algunos problemas para resolver y se les comunicó que podrían prestarles asistencia para su resolución, si así lo deseaban. La persistencia en no pedir ayuda iba a ser la primera de las medidas. Los que estuvieron “sometidos al dinero” trabajaron durante más tiempo, solos, para resolverlos. Sin embargo el someterles a  diferentes representaciones del dinero, no mostró diferencia. Esto se repitió en  más de siete  experimentos en los que se midió su comportamiento, ocurriendo lo siguiente en el grupo al  que “imprimaron” con el dinero:

  • Al pedirles que colocaran dos sillas para sentarse, los sometidos a la imprimación del dinero las colocaron mucho más lejos la una de la otra.
  • Al tener que ayudar a recoger lápices que se habían caído al suelo,  recogieron menos que sus compañeros.
  • Solicitándoles donaciones para el Instituto que llevaba a cabo el estudio, donaron significativamente menos.
  • Estaban dispuestos a hacer voluntariado durante mucho menos tiempo.
  • Escogieron la mayoría de actividades de ocio individuales.
  • Eligieron trabajar solos, en lugar de buscar compañeros

Si entendemos estas dos caras del dinero y por extensión de su vinculación al significado de independencia, podemos reflexionar sobre por qué lo podemos considerar un bien o un mal, una suerte o una desgracia, un buen siervo y un mal amo...

 El estudio constata que el dinero es una energía verde que mueve el motor de los individuos como tales, aunque también queda experimentalmente claro que a su vez disminuye motivaciones sociales o comunitarias.

 Te has preguntado alguna vez:

¿Cuál es tu relación con el dinero?

¿Cómo crees que te vas a relacionar con los demás cuando tengas más del que necesitas?

Si piensas en el dinero, recuerdas ¿cómo cambia tu comportamiento respecto a algo que, en otro caso, resolverías de otra forma?

¿Cómo adviertes este efecto?

¡A partir de ahora ten más en cuenta sus efectos!,¡ ya eres consciente!