¿Me recibes?

walkies

 

Una de las habilidades de cualquier persona que quiera liderarse y después liderar es aprender a escuchar.

Es sencillo escribirlo, recomendarlo y rogarlo pero ponerlo en práctica es una de las cuestiones que a muchos se nos hace más difícil. Sobre todo porque vivimos en una sociedad en la que hasta hace poco se identifica al fuerte, al poderoso o al jefe con el que habla y a los demás con los que escuchan a su amado gurú.

Tenemos tan grabado en el ADN esta cuestión que si te precias, puedes pasarte el día hablando en lugar de callar y escuchar. Esto que al principio es una muestra de fortaleza, acaba siendo tu Talón de Aquiles cuando acabas interrumpiendo, hablando sólo de lo que a te interesa o impartiendo monólogos sobre ti mismo.

Estamos tan acostumbrados a esta creencia, que no nos damos ni cuenta de que copamos las conversaciones y aburrimos al personal con nuestras interminables  peroratas.

A veces puedes pensar que tus temas son más interesantes o quizás no te has acostumbrado al silencio y te resulta violento, la cuestión es que hilamos unas cosas con otras y, lejos de interesar al personal, le demostramos lo poco que nos interesan sus historias, opiniones y sentimientos, la falta de paciencia que tenemos y lo interesante que nos parecen  nuestras vidas en comparación.

Cuando te quieres dar cuenta la verborrea impertinente se ha convertido en un hábito.

Si además tienes responsabilidad para con otras personas, familiar o laboral, a esta creencia de “el que calla otorga” le añadirás que “los jefes lo saben todo” con lo cual impartir doctrina y sentar cátedra serán dos objetivos tuyos para «hacerte respetar» que te exigirán ingentes cantidades de energía. Encima paradójicamente el  mensaje que les envías es que no te importan lo más mínimo, ¿te parece exagerado? Compruébalo.

Por si no te has enterado los tiempos han cambiado y ya nadie quiere un jefe así y menos si quieres ser un líder aunque es cierto que aprender a escuchar está a tu alcance y lo puedes entrenar con distintas tácticas.

Si acabas de empezar y consigues no interrumpir y dejas hablar hasta que la otra persona acabe su argumentación, sin manifestar desinterés física y mentalmente con tu interlocutor, habrás empezado el cambio.

Imagina que hablas por un walkie-talkie o que estás en una permanente conferencia, ¿a qué tienes que esperar a que el otro termine? Recuérdalo en presencia de tu interlocutor.

Si quieres saber lo que se siente, queda con una persona de confianza y cuéntale el experimento, dile que le vas a contar algo que para ti es muy interesante y hazlo pero dile que te interrumpa, se distraiga y cambie de tema mientras lo haces, así sabrás de primera mano cómo se siente a quién tú se lo haces y después, tú eliges.

¡En sólo 30 segundos!

primera impresion

Cuando conoces a alguien, ¿en qué es en lo primero que te fijas?

Si han sido unos segundos los que has podido compartir con esa persona, ¿qué recuerdos te quedan media hora después?

Recuerdas a alguna persona que conociste en una situación parecida y guardas buen recuerdo de ella, ¿qué te impactó?, ¿qué puedes adaptar?

Has reparado alguna vez en la primera impresión que tú das, en cómo te comportas cuando te presentan a alguien, qué imagen proyectas, qué puedes hacer para mejorar.

 Si tienes en ciernes una entrevista de trabajo, haces labores comerciales o te interesa el networking seguro que has hecho parte de este trabajo, pero ¿has ensayado conscientemente qué impresión quieres dar durante todo el tiempo?, ¿has pensado que cualquiera que conoces puede ser tu futuro empleador, cliente, proveedor?

 Si recuerdas cómo aprendiste por ejemplo algún deporte o a conducir, recordarás que al principio eran tantas las instrucciones que debías recordar que te parecía imposible llegar a realizarlo de manera automática y sin embargo lo haces.

 Esta primera impresión, que te puede lanzar e impulsar en cualquier momento y abrirte oportunidades, quizá la debas ensayar más a menudo. Comienza entrenando cada semana uno de estos consejos y en un mes  verás los resultados.

Eres de los que das poca importancia a la imagen, pues echa un vistazo a tu alrededor y dime si la apariencia  de tus compañeros, amigos o los que estás viendo dicen o no algo de ellos, probablemente habrás comprobado que hablan de su creatividad, de su interés por los demás, de su dedicación y de un montón de cuestiones que reflejan su personalidad. Si no estás seguro, pregúntale a alguien de tu entorno,¿qué imagen proyectas tú? Sobre todo para comprobar que no estás yendo en contra de tus propios intereses.

 El siguiente paso es comprobar ¿cómo es tu comunicación verbal?, si hablas correctamente, te expresas claramente, con un timbre y un ritmo adecuado, o te dejas llevar  por los nervios. Pregunta  de nuevo a un amigo, ensaya con él tu proceso y trata de mejorarlo.

 Si la comunicación verbal es importante, imagina la no- verbal que parte de ser más de un 80% del mensaje, ¿cómo das  la mano? Entrena la firmeza y el importante contacto visual para asegurar que no dejas nada a la improvisación.

 Por último lo más importante y a la vez lo más difícil de controlar y por lo tanto lo que más debemos ensayar, la actitud, si nosotros nos acercamos a alguien de manera que nuestros pensamientos sean quienes nos dirigen, a lo mejor estamos cometiendo uno de nuestros mayores errores, quizá estés pensando en alguna otra cosa que te fastidió o no salió como pensabas y lo estás transmitiendo en tu presentación.

Dedicar toda tu atención al momento, al “ahora” y lucir tu mejor y más sincera sonrisa, no sólo te abrirá más puertas, sino que también te hará sentirte mejor y estar más receptivo a posibles oportunidades que se te presenten, al mismo tiempo que dejarás una grata sensación en la otra persona.

Recuerda que en esos treinta segundos, alguien que no te conoce estará interpretando todos tus gestos sin tener unas pautas de cómo eres y será tu carta de presentación. Sé tú mismo, pero sé quien quieres ser.

“No hay una segunda oportunidad para una primera impresión”  Oscar Wilde

Fuentes: Forbes, lenguaje corporal

Foto;elenalfaro

¿Entrenas tu posición de poder?

 

cuadriceps

Has observado alguna vez  ¿cuál es tu postura habitual?, ¿qué transmites con ella? ¿cómo te hace sentirte?

Sabes que el 90% de la persuasión y la mejora de la comunicación no depende del mensaje sino del lenguaje corporal.

Hazte un favor y pregunta a los que tienes a tu alrededor ¿cómo te ven?, ¿qué trasladas con tu cuerpo?

Si hasta ahora no has sido consciente de lo importante que es tu postura para tu estado interno y para acompañar a tu mensaje, es el momento de ponerte manos a la obra.

Si no entrenas, no sirve de nada acordarte de esto en el momento en que necesitas esa sensación  de poder que te harán sentirte mejor y que colaborara en un gran porcentaje en lo que quieres conseguir, porque en unos segundos, antes de que te des cuenta, volverás a estar encorvado, con lo que tus pensamientos volverán a su   ser habitual y tu estado interno será el mismo de siempre.

Si quieres empezar a sentirte mejor, con más fuerza y más confianza en ti mismo, entrena posiciones de poder, aquí te dejo unas pautas que seguro te irán bien.

«Para cambiar esa situación, sólo es necesario que le dediques unos cuantos minutos diarios a ejercitar los músculos correctos (no es necesario pasar horas en un gimnasio).  Sólo asegúrate de hacerlos a diario y en pocas semanas notarás la diferencia:

1 – Ponte de espaldas contra la pared, los pies separados al ancho de los hombros y tratando de tocarla con toda tu espalda y tu nuca, como si fueses un “Terminator“ y la pared fuese un gigantesco electroimán.  Poco a poco, da pequeños pasos hacia adelante, mientras te vas deslizando poco a poco hacia abajo. Cuando tus piernas tengan un ángulo de 45 grados con respecto a tu tronco, mantén es postura al menos un minuto (o lo que tu resistencia te permita).

2 – Ahora túmbate en el piso boca arriba (si es que no te caíste ya, desde el ejercicio anterior), y levanta las piernas hasta que las puntas de los pies estén apuntando al techo, formando una L con tu cuerpo.  Pon las manos en los muslos y empújalos tratando de alejarlos del pecho mientras contraes tu abdomen.  Trata de que tu cabeza se mantenga tocando el suelo para evitar contracturas.  Mantén la presión durante veinte segundos, al menos ocho veces.

3 – Si aún te queda aire, mantén la postura anterior pero coloca tus brazos a los lados y en forma de cruz.  Úsalos para apoyarte mientras inclinas tus piernas hacia tu izquierda, hasta 45 grados y luego a tu derecha.  Esto es una repetición, haz al menos 8.»

Recuerda : Concéntrate en el ejercicio  y hazlo lentamente.  Evitarás lesiones y mejorarás el resultado.

Si eres perseverante, seguro que consigues «ser poderoso»

Fuente: lenguajecorporal

Foto: educacionfisicamateo

¿Quién engaña a quién?

engañar

Es irónico que lo que leo en publicaciones y libros científicos y compruebo que funciona para mí o para otras personas, a veces, cuando se lo traslado a otras personas, lo toman como una premisa que hay que rebatir y derribar con argumentos de lo más espurios para ellos mismos.

 Cierto es que  renunciar a hábitos que confundimos con nosotros mismos, puede infundir algún temor, pero muchas de estas acciones no tienen, ni quieren, la intención de ser ni siquiera consejos, como tampoco lo pretende ser este blog, sino un entrenamiento de prueba y error hasta encontrar la estrategia que nos funciona y nos hace feliz a cada uno.

 Realmente me parece increíble que, al margen de la hilaridad que pueda producir, las personas no crean, que “engañar” al cerebro con una correcta  posición andando, con una sonrisa, con el lenguaje, con determinados gestos y hábitos posturales, te cambia la percepción de ti mismo, tu confianza y tus decisiones y sin embargo no cuestionen que son ellos mismos quienes generan los pensamientos que les hace infelices, que es esa misma mente a la que también engañan basándose en experiencias pasadas vagamente  testadas y que les amargan la vida a diario.

Si alguien te pregunta cómo estás y le respondes “fenomenal”, ¿te estás engañando? Y si te lo preguntan y le respondes “fatal” o “podría estar mejor” ¿no?, ¿con quién te estás comparando?,¿en qué?,¿acaso tienes los datos suficientes para saber cómo se ve y se siente esa otra persona?, ¿en qué caso estás haciendo un resumen alejado de una visión apreciativa de lo que tienes?

 Si comparas tu interior, es decir, todo eso que estás pensando sobre ti, tu vida y tu entorno con el exterior de otras personas, en la mayoría de la ocasiones, saldrás perdiendo, porque nunca sabrás ni la mitad de cómo esa persona interpreta su realidad.

 No te rebeles contra un cambio que te puede allanar tu camino hacia la felicidad. De pensar en ser algo a serlo, es decir, que sea natural, espontáneo e inconsciente, sólo hay entrenamiento.

 Si comienzas por cambiar tu postura ante la vida, notarás un gran cambio. Si caminas erguido, seguro y con confianza, con paso firme y fuerte, mirando al frente, esto acabará trasladándose a tus pensamientos y reforzando tu persona y la creencia en ti mismo.

¿Qué fue antes que pensaste que eras inseguro y anduviste mirando al suelo  y dubitativo o que andando así te sentiste y actuaste de esa forma?

Vigílate porque así será tu día y por ende tu vida 😉

 

Cara a cara

caraacara

Miedo, pereza o vergüenza. Si lo piensas detenidamente la mayoría de las cuestiones que no resuelves en tu día a día,  que te impiden alcanzar tus sueños y que te apartan de tu éxito, tienen que ver con ellas.

En este post quiero reflexionar sobre cómo nos escondemos tras todo lo que la tecnología pone a nuestra disposición para no llevar a cabo muchas de las acciones que podemos resolver «cara a cara» y cómo influye en nuestro entorno.

 Cuando en nuestros equipos- y para mí no tiene diferencia laboral o personal- se convierte en cotidiano  resolver cuestiones importantes a través de correos electrónicos, mensajes de texto o chateando, estamos haciéndonos un flaco favor a nosotros mismos y al equipo.

La importancia de los mensajes no está en ese 10%  del contenido, sino en el tono, en la expresión corporal, en la mirada en un sinfín de cuestiones, que si ya son difíciles de tratar por teléfono, imagina en la Red.

Como tú escribes un correo, con la intención que lo haces y lo que quieres decir, depende de tu estado de ánimo, de tu redacción, de cómo hayas entendido el mensaje, de lo inspirado que estés en ese momento, de lo que te haya ocurrido desde que comenzó el día… de un montón de detalles que a pesar de los emoticonos que puedas utilizar, no trasladan la mayor parte de tu mensaje.

Si es imprescindible esta forma de trabajar en tu caso, presta mucha atención a las diferentes lecturas que puede tener tu mensaje y acláralas por adelantado.

Si no es así y puedes desplazarte dentro de tu oficina hazlo, los beneficios son increíbles. Los espacios abiertos te conectaron con los cercanos pero todavía puedes ampliar más tu conexión, incrementar tus conocimientos, tener otras perspectivas, aumentar tu creatividad y convertirte en innovador.

No  hay mayor inversión, ni más económica  en una compañía que  dos o más empleados se conozcan por aquello de las sinergias.

Además desarrollas  tus habilidades sociales, tu comunicación, que sólo se mejoran con el entrenamiento: la empatía, asertividad, apertura de mente… Todo esto, sólo poniéndolo en práctica, conseguirás dominarlo.

 Una posición constante detrás de tu mesa, escondido tras tu pantalla te aportará bastante poco a tu vida y a tu  desempeño.

Nuestra neuronas espejo están deseando trabajar y conectarse para ampliar tu red social, tus habilidades y  tu felicidad, que parecen buenos caminos para el éxito.

Así que la próxima vez que tengas que resolver algo importante que sea «cara a cara».

Un minuto  de coraje, dará sus réditos.- 😉